La neurociencia en las empresas, de la mano del Coach Ejecutivo Organizacional
En la última década del siglo pasado se supo más del funcionamiento del cerebro humano que en toda la historia de la humanidad
Este conocimiento se trasladó a lugares impensados, incluso al mundo de los negocios.
La neurogestión, de la mano de la gestión del cambio, está tomando un rol estratégico fundamental en aquellas organizaciones que están a la vanguardia del mercado. Esta tendencia rompe con los esquemas del modelo “duro” de negocio y lo acerca mucho más al “blando”.
Por primera vez, los métodos científicos y los estudios de la neurociencia y el lenguaje forman parte de la agenda cotidiana de los líderes de negocio y acompañan el desarrollo organizacional. La oportunidad de conocer cómo se comportan cada uno de los miembros de una organización, aporta un valor incalculable que enriquece la toma de decisiones, la designación de tareas y la asignación de roles dentro de un proyecto.
Los impulsos, la vinculación con los recuerdos, las asociaciones que genera una persona en relación a un hecho puntual, son realidades que construyó en su cerebro y en consecuencia la “condiciona” al actuar, es decir que, su creencia o visión de la realidad es aquella en la que hoy trabaja el coach ejecutivo organizacional, un nuevo profesional que se incorpora vinculado al departamento de recursos humanos, pero acompañando al líder para alcanzar el cambio.
La gestión del cambio, desde un punto de vista estratégico adopta estas nuevas metodologías para entender los comportamientos humanos y poder adaptar más fácilmente las nuevas visiones de negocio. Actualmente, se sabe que la prioridad de las buenas gestiones hace foco en generar sentimientos positivos en sus empleados, porque si la asociación que este construye es un recuerdo positivo, sus comportamientos serán constructivos y su nivel de compromiso estará directamente vinculado a su espacio de trabajo.
Lo más sorprendente de este nuevo desafío mundial, es que las inversiones dinerarias poco tienen que ver con el éxito de un producto o una marca, ni siquiera la creación de un nuevo producto lo garantiza; el gran secreto del éxito está estrictamente relacionado con algo mucho más sofisticado, nuestro cerebro y el mundo emocional.